lunes, 28 de septiembre de 2009

señor de los Milagros



El cielo de Lima se torna de color morado, entre el carmín y el azul, todos los octubres de nuestras vidas. La procesión del Señor de los Milagros, el Cristo de Pachacamilla, el Cristo moreno o cuanta denominación ostente, es considerada una de las más multitudinarias de todo el orbe, tanto por el inmenso mar humano que alberga como por la sublimidad y grandiosidad espiritual que trae consigo esta mística expresión de fe católica del pueblo limeño. En una Lima en donde conviven y luchan por sobrevivir en circunstancias adversas cholos, negros, blancos, chinos y demás razas que la conforman, octubre es el momento cumbre que los une a todos bajo el eslabón de una sola creencia, una sola fe, una sola y anhelada esperanza en el milagro que algún día recaerá en ellos. Atrás queda el agotador y, a veces, sofocante apretujamiento de la fervorosa multitud por acercarse a la imagen para poder tocarla y besarla. Dicen que la fe mueve montañas y hasta las voluntades más reprimidas se vuelven inquebrantables gracias al destello de luz que despabila sobre la gente, el andar cansino pero señorial y ubérrimo de la imagen del Señor de los Milagros. Pero, ¿cómo empezó a forjarse toda esta mágica religiosidad en el espíritu limeño?, ¿qué tuvo que pasar para que germinara en los corazones la solidaridad cristiana y la unción religiosa en torno a la imagen del Cristo de Pachacamilla?
Primera misa
Después de estos extraordinarios sucesos, la parroquia de San Marcelo como de San Sebastián quisieron trasladar el mural a sus parroquias en ambos casos no dio resultados. El Conde de Lemos personalmente rindió culto a la imagen y acordó con la autoridad eclesiástica que en definitiva se le venerase en el mismo lugar para lo cual ordeno inmediatamente se levantara una ermita provisional.Siempre con el apoyo de los fieles del lugar la imagen quedó cercada con adobes, lo techaron con esteras y levantaron un sencillo altar al pie del Cristo Crucificado. Una vez terminado estos trabajos se logro que se oficiara la primera misa ante la sagrada imagen del Cristo de Pachacamilla, un día lunes 14 de setiembre de 1671. A está ceremonia religiosa asistió el Virrey y su señora esposa, altas autoridades civiles como eclesiásticas y un gran número de vecinos y devotos.Después de está primera misa el Virrey y su esposa continuaron rindiéndole culto a la imagen, aumentando así los devotos, que venían desde lejos inclusive, para conocer y reverenciar a la portentosa imagen del mural de Pachacamilla que pronto comenzaron a llamarlo el Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas.
Primera procesión
El terremoto del 20 de Octubre de 1687 produjo rajaduras y desmoronamientos en la Capilla, pero el sagrado mural quedó incólume, como muestra de los designios divinos.Fue así que Sebastián de Antuñano inicio la procesión con una replica de la imagen, originando así las tradicionales procesiones de octubre del Señor de los Milagros de Nazarenas. En su primer recorrido llegó hasta la Plaza Mayor, al Cabildo limeño, donde recibió en ambos lugares fervorosa pleitesía contando con el acompañamiento de acongojados fieles así como vecinos del lugar.Se tiene la seguridad que aquella replica es la misma que hoy en día nos sigue acompañando en los meses de octubre en su recorrido por la gran Lima.

martes, 22 de septiembre de 2009

Dia de la juventud


Día de la Juventud
La fuerza de la juventud es para la vida, para la hombría de bien, no para la tiranía del vicio, livianidad que degradan y esclavizan.
Celebrar el Día de la Juventud tal vez es, más bien, buena oportunidad de reflexión para la generación de los mayores. Para que veamos en la fuerza y en la fecundidad de la juventud la puerta del futuro. Para que veamos en la fuerza y la generosidad de la juventud la salud de la patria. Para que veamos y comprendamos nuestra responsabilidad frente a la juventud y respondamos positivamente al reto que la juventud importa.Ser joven es una gracia, una fortuna, ha dicho Paulo VI, y Juan Pablo II en su encuentro con un millón y medio de jóvenes peruanos, ha dicho que característica fundamental de la juventud es su generosidad, su apertura a lo arduo y lo sublime, su compromiso concreto y decidido en cosas grandes humana y naturalmente, su permanente actitud de búsqueda, su marcha hacia la cumbre de los ideales nobles, su anhelo por una sociedad más justa y solidaria.Vivir y actuar sin estas convicciones es insensato, es necio y demasiado caro.
Pero si estamos convencidos que la fuerza y la generosidad de la juventud es para la hombría, para la audacia, para la vida, para el amor que es obras, para la empresa, para la batalla de la vida, no para la tiranía del vicio, la liviandad y el pecado personal y social que degradan y esclavizan. Si estamos convencidos que la fuerza y la generosidad de la juventud es para superar las tentaciones, para caminar en la luz, no en las tinieblas, para reconocer el error cometido, pedir perdón y corregirlo. Si estamos convencidos, que de tal manera la tarea realista de la juventud peruana es construir un Perú cada vez más justo, más humano, más reconciliado y más fraterno. Un Perú donde la persona humana sea cada vez más el principio y el fin de todo, donde la familia sea cada vez más la piedra angular de la sociedad y la raíz de su grandeza, donde el trabajo sea realización de la persona humana, donde la justicia, la libertad y la igualdad en dignidad sean valores primarios de la vida individual y social, pues he aquí un gran reto para los mayores: Ser y poner modelos de vida y de acción.
"No vive en libertad porque desconoce la verdad" (Esclavos de la droga, alcohol, etc.)
Entonces no hay alternativa en contra: Los que legislan, legislen para que se cumpla el plan de la Patria que es la Constitución que nos rige y para que las leyes no sean más una carga agobiadora. Los que gobiernan, gobiernen para todos por igual pensando en todos. Los que juzgan no acusen y condenen a otros y se defiendan y absuelvan de lo mismo que acusan y condenan y, sobre todo, que quienes educan, eduquen para formar integralmente la inteligencia y el corazón de la juventud; eduquen para la plenitud, no para las ideologías que siempre son parciales, eduquen para que la juventud tenga un plan personal individual de la vida pero también para que la juventud se sienta parte del plan de Dios y parte del hermoso plan de la Patria que es la Constitución Política que nos rige. Que eduquen para que la juventud tenga camino y ese camino tenga una actuación orientada por el amor y la reconciliación, no por el odio y la violencia. Para que su vida se defina por sus obras y así el Perú sea cada vez más hermosa creación de todos en unidad y fraternidad.Pero no olvidemos todos los mayores, que según el estado y las funciones que tenemos en la vida, cada día somos un modelo, somos de los que formarnos o deformamos a la juventud, y que esto es demasiado grave.A ti, joven que nos concedes la gracia de leer, un saludo y un recuerdo: la ley de Dios es el Amor. Esta es su voluntad. Sé libre para cumplirla. Enteramente libre en esta colosal audacia que es la de respetar y cumplir la voluntad de Dios con obras. No hay ley superior ni de mayor jerarquía que esta ley de Dios. Es la fuente de todo bien individual y social.
Para que la juventud se sienta parte del plan de Dios haciéndoles conocer y amar.